07 de Julio de 2021 |
La denominada cuarta revolución industrial está llegando también a los materiales. La tecnología y la necesidad de reducir el impacto ambiental están generando una nueva generación de materiales ultrarresistentes, inteligentes y sostenibles. Baste el dato de que 8 de cada 10 innovaciones tiene detrás un material funcional, ya sea nuevo o con nuevas propiedades o con prestaciones mejoradas. Estos nuevos materiales tienen dos características básicas: reducen los impactos negativos sobre el entorno y contribuyen a reducir la dependencia de los procesos de extracción e importación, con todas las ventajas medioambientales que ello supone.
La inteligencia artificial (IA) y la nanotecnología son dos de las tecnologías que están detrás de la nueva industria de los materiales. El diseño paramétrico y generativo, por ejemplo, posibilita el rápido desarrollo de los productos más innovadores, que mediante algoritmos se obtienen resultados increíbles que dejan atrás las formas geométricas dando paso a una geometría inteligente que nos recuerdan a la propia naturaleza. Puede ser aplicado en sectores que van de la automoción a la moda.
Dos ejemplos de esta nueva era de los materiales. El departamento de ciencia de materiales de la Universidad Politécnica de Madrid ha logrado crear fibras que toman como referente la seda de las arañas. Las fibras de seda fabricadas por las arañas tienen propiedades mecánicas que no han sido superadas por ninguna fibra artificial, pues combinan una elevada resistencia (un cable de seda de araña del grosor de un lápiz podría detener un Boeing 747 en pleno vuelo), similar a la del acero, con una gran deformación, comparable a la del caucho.
Grupo Antolín, por su parte, es la primera empresa europea en producir a escala industrial nanofibras de carbono a precios competitivos. Se trata de nanofibras de carbono con diámetro de entre 50 y 100 nanómetros y superficie adecuada a la matriz a la que se incorporarán. Las nanofibras de carbono tienen aplicaciones en muchos sectores industriales, aunque actualmente destacan en el de la automoción y en la energía eólica. El uso de nanocompuestos más ligeros y resistentes que el acero favorece la reducción de emisiones de dióxido de carbono, porque permite fabricar coches menos pesados y, en consecuencia, consumir menos combustible. En el sector energético, las palas de los aerogeneradores cargadas de nanofibras de carbono dotarán de conductividad al material compuesto, permitiendo una mayor durabilidad de éstas al evitar que se congelen por las bajas temperaturas y se fracturen.